jueves, 31 de marzo de 2016
El que tira la mano y esconde la piedra
Por Luis Enrique Díaz
La visita Cuba del actual presidente norteamericano quedará para la historia, como las mil y una muestras del respeto y la hospitalidad que nos caracteriza.
A Obama lo recibimos como a tantos que vienen aquí deseosos por conocer lo que pasa en nuestra isla, que nosotros mismos construimos y que nosotros mimos iremos cambiando, como lo estamos haciendo mientras las circunstancias internas y externas lo vayan permitiendo, y para hablar claro, cuando nos da la real gana, porque aquí somos la mayoría los que mandamos.
El “bondadoso” Obama en sus aseguraciones personales y públicas aquí, dijo: Washington “no tiene ni la capacidad ni la intención de imponer un cambio en Cuba” y que Estados Unidos “no impondrá nuestra política o sistema económico a ustedes” … y parafraseo, los problemas de cuba lo deben resolver los cubanos, hasta ahí el “deseo” expresado por visitante.
Pero en menos de una semana el gobierno del “buena gente” de Obama, hace el siguiente anuncio:
Durante un período de tres años, el Departamento de Estado entregará $753 989 (más de tres cuartas partes de un millón de dólares) a una organización norteamericana sin fines de lucro o institución educativa norteamericana de igual propósito para apoyar a jóvenes cubanos “en un programa de desarrollo profesional de dos a cuatro meses [que] incluirá una formación especializada” para ayudarles a desarrollar “planes de acción para actividades comunitarias no gubernamentales en Cuba”.el Departamento de Estado entregará $753 989 …. los jóvenes cubanos escogidos “desarrollarán un conjunto de herramientas de liderazgo y habilidades para administrar y hacer crecer las organizaciones de la sociedad civil que apoyarán activamente los principios democráticos en Cuba”, dice el anuncio.
Nada que a nuestro ilustre visitante, al recibimos con las puertas abiertas en nuestra casa, le salió lo de la “gatita de Maria Ramos”, pero se hizo el que tiro la mano en Cuba, para esconder la piedra que vendría detrás con su acostumbrada política ingerencista.
Señores no se duerman en los laureles, qué cambios ellos quieren de nosotros, si esa gente nunca va a cambiar.
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